MURCIANICOS

El día del Bando de la Huerta, la ciudad de Murcia se crece con la lozanía de los mejores frutos regados por el Segura. Colores y aromas  fundidos en el alma huertana que se desparrama por calles, plazas y jardines entre  cañas y  adobe; barracas. Refajos verdes y azules, rojos y negros, granates, malvas… bordados a realce con lana, oro o plata. Corpiños y delantales, mantones, lazos verdes y rojos, peinas, arracás. Cruces y claveles reventones. Productos típicos de la huerta en carros y tractores, carretillas y cestas. Zapatos de tacón y esparteñas. Medias y calcetas que se suben y bajan como por arte de magia. Zaragüelles y monteras, chalecos. Vestimenta de diario y  fiesta. La huerta en la ciudad como un estallido de vida que se desborda generosa, con alegría. Cántaros y lecheras, jarras, lebrillos, botijos y castañuelas. Costumbres y oficios de ayer y hoy se muestran con artesana paciencia. El afilaor, el encaje de bolillos, la tabla de lavar y la artesa para amasar. Algo se cuece en el horno huertano: tradición y folclore, amistad y querencia…se tejen como la seda que elaboran los gusanos sobre hojas de morera. Al son de guitarra y bandurria bailes de la tierra. Jotas y seguidillas y la parranda, la primera. Un buen ciazo (cedazo) para separar el trigo de la paja sin componendas. Reinas de las fiestas con perfume de azahar, bellezas. Acequias y brazales, lebrillos y pozales. Vinico de la tierra, refrescos y cervezas, paparajotes, ensalada murciana, patatas con ajo, morcón y habas. El chipirrín se contagia como un bien de amores que baila y canta. Misa y procesión de la mañana para agasajar a la más guapa murciana, La Virgen de la Fuensanta que  se queda tan contenta cuando el cariño desbordado la rocía con todos los pétalos de la huerta. De tanta  algarabía y fiesta, una jelepa aquí va y como  tengo que acabar, dos cosicas más (de D. Cassou): ‘Munchos hay en este mundo que quieren coger sin sembrar; er que no siembra, no coge; que ya lo dice un refrán’. ‘Nunca pidas, nunca debas, nunca a nadie le hagas mal, mira y remira, oye y calla; y las gracias me darás’. Murcianico,  murcianico, exprimido como un limón cuando se trata de acoger a la gente en ‘la casa’ y en el corazón.

El ÁNGEL DE LA ORACIÓN

 27 de febrero de 2007 // 29 de marzo de 2024

(Recuerdos inolvidables…)

La ciudad de Murcia conmemora este año el tercer centenario del nacimiento de Francisco Salzillo y Alcaraz, uno de los mayores escultores del siglo XVIII. La exposición Salzillo, testigo de un siglo, talla con la gubia precisa del trabajo bien hecho, el tiempo y la historia, un gran escenario que trasciende textos y contextos ante el arte cercano y, al mismo tiempo, sublime del artista que además de esculpir y policromar la madera, ha dotado a su obra de la expresión y comprensión del misterio de la fe cristiana, suscitando  la conversión y el amor en multitudes –de toda clase y condición- que descubren en las creaciones artísticas más bellas de nuestra escultura, el paso apremiante de  Dios. La Oración en el huerto es para muchos la obra cumbre de Salzillo. El conjunto escultórico está formado por el ángel, Cristo, y los apóstoles Juan, Santiago y Pedro, el grupo barroco de apóstoles dormidos que paradójicamente despiertan sentimientos de amor y desagravio. No pretendo convertir la palabra escrita en grafio para raer con su punta el color dado sobre el dorado de la madera, formando rayas o líneas para que se descubra el oro y haga visos entre los colores con que se pintó. Sin embargo quizá pueda aportar algo de luz- como el parpadeo de la candelilla encendida- para bruñir; para sacar brillo, dar esplendor y gloria a la fe adormecida. La sobriedad y belleza del Ángel de la Oración expresa de manera diáfana en este Misterio doloroso -pórtico de la Redención del género humano- la grandeza entrañable de la filiación divina. “Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, de rodillas, oraba diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Se le apareció un ángel del cielo que le confortaba. Y entrando en agonía oraba con más intensidad. Y le sobrevino un sudor como de gotas de sangre que caían hasta el suelo (Lc 22, 41-44). El libro ‘Getsemaní’ escrito por el Prelado del Opus Dei Javier Echevarría (Planeta 2005) nos ayuda a reflexionar: “Aquel ángel del Cielo debió descubrir en Getsemaní un insospechado horizonte de cómo la Santísima Trinidad ama a sus criaturas. Al ser testigo de tan preciosa entrega de su Creador, resonaría en su inteligencia –con un nuevo esplendor- el clamor angélico: ¿quién como Dios? Tan indescriptible se reveló la bondad infinita de Dios, que el ángel,  que bajó para fortalecer y consolar, tornó al cielo asombrado de la fuerza con que el Redentor amaba al Padre y a la humanidad”. Comentando este libro, Jorge Trías Sagnier escribe: “Es en ese momento, en esa noche en la que la historia se va desvaneciendo, cuando el Hijo de Dios se muestra más humano. ‘Con su divina pedagogía permitió que quienes habían de dar luego con fortaleza divina el testimonio de la Verdad presenciaran su zozobra y su angustia’, escribe Echevarría (…). Cristo pide, atormentado, ayuda a su Padre, para que aparte de Él ese terrible cáliz. Lo invoca: ‘Abba’ tu lo puedes todo, pero que no se haga mi voluntad, si no la tuya’. ‘¡Abba!’, que significa padre, o mejor dicho, papaíto, ya que la palabra aramea tiene un significado diminutivo y afectuoso que es como debía de tratar Jesús a su padre, el de la tierra y el de los cielos, con familiaridad”. Familiaridad que he aprendido de mis padres. Familiaridad con que mi padre me sugirió no hace mucho que escribiese algún artículo sobre Salzillo. He elegido el ángel de la oración porque cuando mi bautismo lo eligió él como imagen de un pequeño recordatorio. Ahora, en el duermevela de su  vida, le pido a Dios que cuando llegue el momento le conforte con su ángel custodio, para que después de una vida tan llena, le conceda una muerte santa y buena.

HACIENDO AMIGOS

‘Quien tiene un amigo tiene un tesoro’…

El valor de la amistad es incalculable. Sí, un gran tesoro que, lejos de estar escondido, todos tenemos a nuestro alcance. ¿Todos?… Sin lugar a duda. Es cuestión de ir haciendo amigos. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? Preguntas que tienen respuesta a nivel personal, en nuestro día a día. Se trata de querer a los demás con alma, corazón y vida. Si hasta nos lo define el Diccionario de la Real Academia Española. “Amistad. Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”. Es vivir de modo extraordinario nuestras cotidianas relaciones sociales. Extraordinario en el sentido de esmerarnos en dar lo mejor de nosotros mismos en todos los momentos de nuestra vida. Ganar esa confianza que genera el trato personal de amistad y confidencia. El común denominador exige coherencia de vida y preocupación sincera por los demás. No, no hay un libro de instrucciones al uso. Libertad y desprendimiento. Respeto y cercanía. Lealtad y alegría. Saber descubrir lo mejor de las personas. Todos necesitamos ser escuchados, comprendidos, queridos. Encontrar la palabra conveniente, el consejo discreto. Mantener conversaciones amables, sonreír, tener detalles. ¿Todo a la vez?… Cada cosa a su tiempo. Todo eso y mucho más que toca a cada uno descubrir. En realidad, es ir tarareando, con nuestro comportamiento habitual, aquella vieja canción ‘Viva la gente’… porque sigue habiéndola donde quiera que vayas. Y nos necesitamos. Cuestión de aprender a querer. Nunca es tarde para encontrar nuestros tesoros, para ir haciendo amigos.  

Pasar haciendo el bien

Apenas terminado el tiempo de Navidad, cierta nostalgia merodea a nuestro alrededor sin pretensión aparente pero causando un incómodo desasosiego. El día a día, invade de cotidianos quehaceres la vida de todo ser humano. Quizás esta sea la clave, humanizar la existencia. Más que un nuevo orden mundial, un cambio personal que, casi sin darnos cuenta, será nuestra aportación para la construcción de un mundo mejor. Hemos practicado junto al Niño Dios, festejando su Nacimiento, muy unidos a María y José, aprendiendo a querer en el Hogar de Nazaret. Ángeles, pastores y Reyes Magos de Oriente. Regalos para todos, regalos que regalan la sabiduría del querer con toda el alma. Al recoger los adornos navideños, seguimos tarareando villancicos. A mí me gusta despedirme de Jesús, María y José con un beso cargado de emoción contenida. El ambiente familiar, adquiere una calidez entrañable en Navidad. Casi de sopetón regresamos al tiempo ordinario pero cargados de regalos, esos regalos que llenan y desbordan nuestro corazón en saber querer con todo nuestro ser. Sonrisas, besos y abrazos, raticos de estar juntos sin más, encuentros, sorpresas, saludos, detalles de cariño, ayuda desinteresada, canciones al son de una guitarra, paseos en silencio, algarabía controlada. Un adiós y muchos te quiero… Pasar haciendo el bien, con ilusión y empeño. En nuestras manos está construir ese mundo mejor que todos añoramos. Descubrir a tantas personas que pasan junto a nosotros haciendo el bien. Aprender y emprender. Cada uno desde nuestro ser y estar en la vida. A nuestro modo sí pero intentando mejorar cada día para siempre, siempre, pasar haciendo el bien.

Estrenando un nuevo año

‘Hay que comprometerse con la alegría de vivir’

Cada día es un despertar a la vida. Cada amanecer está lleno de esperanza. El mundo es el hábitat común que, entre todos, hemos de cuidar, dando sentido a cuanto acontece.
Estrenar un nuevo año es renovar la ilusión por vivir, volver a descubrir el gran tesoro que tenemos en nuestras manos. Dejarnos de excusas y aplicarnos en agradecer y entregar la vida que nos ha sido dada en pro de un mundo mejor. Los afanes y sus días. Proyectos a corto y largo plazo. Ser nosotros mismos. Ser para los demás. Que nadie se encuentre solo. Ayudar y pedir ayuda. Orden en la cabeza y en el corazón. Saber a qué atenernos. Emprender y comprender. Mucho hecho y no poco por hacer. Saber el terreno que pisamos y tenemos que cimentar. Tiempo al tiempo. Los días y sus horas. Proyectos e ilusiones. Saber empezar y saber esperar. Constancia. Flexibilidad. Las cosas pueden esperar, las personas no. Seguir aprendiendo a querer a los demás respetando su libertad y modo de ser. Ofrecer lo mejor de nosotros mismos. Día a día, con tiento y aliento. El orden multiplica el tiempo. Saber pasar por alto algún que otro desconcierto. Reír, llorar, cantar y hasta gritar… cada cosa en su lugar.
Tras dejar atrás 2023, 2024 es como un nuevo despertar al alborecer de la vida. Quizás nos haya pillado un tanto adormecidos… Sin querer remediarlo viene a mi memoria, cuando en los años escolares de familia numerosa, nuestro padre nos despertaba,abriendo las persianas de las ventanas, cantando a viva voz: ‘¡Benedicamus Domino!’, enseñándonos a responder ‘¡Deo gratias!’. Pues eso, bendigamos al Señor y démosle gracias por este nuevo año que acabamos de estrenar.

Un regalo especial de Navidad

Ha sido mi nieta María quien me ha regalado esta maravilla…
Un reno de croché o ganchillo que pacientemente fue confeccionando, con gran esmero y sigilo.
Cadeneta tras cadeneta, para darle una sorpresa a su abuela.
Y yo, contenta y feliz, la abracé y agradecí.
¡Cuánto trabajo ilusionado con tan sólo diez años!
Mil besos le hubiera dado, pero le habrían agobiado. Unos cuantos le di, con mucho cariño, por su regalo.
Nunca había tenido un peluche con tanto mimo preparado.
Mi nieta María es guapa, buena y muy, muy bonica. Sabe querer en silencio, brillando con su sonrisa.
Nunca hubiera soñado, siendo abuela de trece nietos, recibir un peluche para mí.
Esta niña es muy lista. Envuelto en papel de regalo, no sólo iba el reno, también el niño que todos llevamos dentro…
Y yo, que ya soy mayor, he renovado mi ilusión por tantas cosas que cada día nos regala la vida. ‘Sigo aprendiendo’ de María a querer, sencillamente, a los demás. La familia es un tesoro sin igual.

Querido Don Miguel Ángel que estás en el Cielo…

Estoy escribiéndole desde mi móvil, con la gran ventaja de que mis lágrimas no emborronan estas letras… No, no se trata de una carta urgente, sino de una oración que rezaré siempre. Soy una de las muchísimas madres de familia numerosa que gozaron con sus catequesis en el Colegio Monteagudo de Murcia. Doctrina al alcance de todos y anécdotas a montón de cariño del bueno. Seguro que no habré sido la única que le llevó fotografías de sus hijos para que no dejara nunca de rezar por ellos. De eso se trata. Estoy segura, se las ha llevado al Cielo, dentro de su corazón bueno. No les olvide nunca. Siga intercediendo por cada uno de nuestros hijos mayores… ‘aquellos pequeños’. Póngalas en el regazo de La Virgen para que sean cada día más buenos. Querido Don Miguel Ángel que estás en el Cielo… Intercede por cuantos te queremos y siempre, con inmenso cariño, te recordaremos.

ABANICOS

Hace más de veinte años que escribí «Abanicos». la historia se repite… va siendo hora de espabilar. Punto y aparte. Punto y seguido. Se nos fue José María Carrascal pero siempre, siempre le recordaremos… ¡Gracias por tanto!

Los abanicos, como las bicicletas, son también para el verano. El calor gira y gira sobre sí mismo, elevando generosamente la temperatura, a medida que avanza la época estival. Los cuarenta grados a la sombra, lejos de ser una novedad, se han convertido en losa habitual. Más muertos que vivos nos arrastramos –literalmente hablando- por calles y plazas de nuestra geografía, tratando de no arrimarnos al sol que más calienta (¿…?). De la tórrida condición del aire a los aires acondicionados (nunca a gusto de nadie), el abanico se convierte en un aliado imprescindible, aire personalizado diría algún avezado vendedor. Los abanicos dan otro aire: no vienen nada mal cuando la atmósfera está tan recargada. Abanicarse para aliviar el sopor y despejar la mente. La palabra abanico tiene su propio lenguaje, abriéndose precisamente en ‘abanico’ a variadísimas interpretaciones. La crisis nos está llevando a luchar por darle otro aire a las circunstancias. Advertidos estamos de alguna trayectoria política que trata de aventar su fuego, tras arrimar las ascuas a su sardina, con un abanico -creo que de plumas de faisán- de incongruencias que lejos de renovar el aire, lo vician con el peligro de atontar a más de un incauto que se apuntará -indignado o no- al cambio de más de lo mismo pero peor. ¡Dios nos coja confesados! No sólo para ser buenos ¡que falta nos hace! sino porque nos van a dar hasta en el carné de identidad. Demasiados tontos listos y listos que no se enteran de la misa la mitad. Seguimos en lo de ser buenos. Según el veterano José María Carrascal: <<Ser bueno es mucho más difícil que ser inteligente, pues la inteligencia nos viene dada, mientras la santidad hay que ganarla>>. Creo que ambas hay que cultivarlas para dar otro aire al panorama actual. No olvide nunca el abanico de su capacidad personal (¿lo ha abierto del todo?); no podemos olvidar las posibilidades de quiénes nos quieren gobernar (¿hasta qué punto?). Hay abanicos para todos los gustos: antiguos, clásicos, modernos, de nácar y seda, madera y papel, grandes y pequeños, pintados a mano, abanicos de novia… El abanico sirve para hacer o hacerse aire, comúnmente tiene pie de varillas y país de tela (¡tela!), papel o piel (¿de toro?), y se abre formando semicírculo (¿hemiciclo?). Como pueden comprobar, existe un curioso abanico de posibilidades. Por si acaso cojan el suyo y abaníquense, va siendo hora de espabilar. Si no tienen uno a mano se lo puede hacer plegando una simple hoja de papel en blanco o con papel de periódico (aireando las noticias) ¡Qué bochorno! Definitivamente, los abanicos son para el verano.

INDUMENTARIA


Vestimenta, atavío, vestuario, ropa, ropaje, vestido, ajuar, atuendo, conjunto, equipo o ¡Vaya usted a saber!… Hace tiempo que en verano los armarios parecen estar sin fondo, literalmente desfondados, sin fundamento a qué atenerse. Es un tira y afloja, más bien flojo, entre la comodidad y el buen gusto, la ética y la estética, el me importa o me tiene sin cuidado. De calores y sudores, al gusto le salen los colores en busca del sentido del ridículo a punto de superar la hegemonía del menos común de los sentidos. Mirarse al espejo nunca pasa de moda, lo malo es que los cuentos quedan al margen de la realidad y el mágico ´espejito, espejito´ ha dejado de funcionar. Lejos y cuasi olvidado quedó aquello de guardar las apariencias, con el riesgo de perder no sólo el sentido de la auténtica belleza sino el de la propia dignidad al dejar que se diluya con la masificación de las costumbres en el vestir, llegando en no pocos casos a anular la propia personalidad. La ropa se pone y se quita en un santiamén sin ningún tipo de miramiento o condición. Cierto que cada cual tiene su gusto y libertad pero sería conveniente, al menos de vez en cuando, dejarse asesorar. Las altas temperaturas no tienen por qué ser causa de proliferación de la chabacanería, pero el mal gusto rebasa todos los niveles no sólo durante la época estival. Trapos y harapos, rotos y descosidos quedan lejos de la auténtica prenda de vestir. La comodidad no está reñida con el buen gusto, ni el sentido práctico con la elegancia. Tampoco es necesario contraponer lo caro y lo barato. Existen cadenas de tiendas que ofertan ropa asequible y de última moda. La distorsión surge cuando se olvida tipo, edad, circunstancias, la propia dignidad y el respeto a los demás. El respeto, insisto, es condición sine qua non de la buena convivencia, juntos pero no revueltos. Sin esperarlo nos encontramos ante extraños festivales de disfraces repletos de tristes figuras. La corporalidad expresa los estados de ánimo. Según vamos vestidos mostramos el cuerpo o la persona. El pudor permite custodiar la capacidad de amar. Se vuelca la intimidad con la persona que se quiere. La moda también es cuestión de carácter y personalidad. Moda a nuestro modo que no desdiga de nosotros mismos. Días de sol y vacaciones por doquier. Los equipajes van y vienen. Bolsas y maletas preparadas con lo necesario y un sinfín de ´por si acaso´. Modas y modos de ayer y hoy, fondos de armario y armarios desfondados. La vida misma se convierte en una pasarela por donde todos desfilamos luciendo genio y figura. Entre nosotros, excelentes diseñadores, modistos, modelos y mucha gente que sabe vestir bien. Parece ser que el calor sigue en otoño. La cuestión de cada día sigue siendo la misma: ¿Qué me pongo?…