Don Álvaro

 

No hace mucho tiempo alguien me sugirió escribir algún artículo sobre Mons. Álvaro del Portillo. Respondí afirmativamente porque me cuesta decir no a cuanto puede servir para hacer el bien. Le comenté a una amiga a lo que me había comprometido sin pensarlo, es más le dije que ni siquiera le había visto nunca. Ella no dudó en prestarme una revista que guardaba como oro en paño ‘Don Álvaro, fidelidad día tras día’. Página tras página no dejaban de asombrarme la paz y serenidad que irradiaba el primer sucesor de San Josemaría. Cuando me encontré ante la fotografía del ahora santo Juan Pablo II abrazando a don Álvaro durante la audiencia con el entonces Papa, tras la solemne beatificación del Fundador del Opus Dei, me ocurrió algo similar -salvando años luz de distancia- lo que a San Pablo. Caí de bruces… y vi con inmensa claridad el espíritu del Opus Dei, porque yo estuve en Roma y presencié ese abrazo y  ¡claro que había conocido a don Álvaro! pero estaba pendiente del  Beato Josemaría que además me concedió el favor de encontrarme entre la multitud que asistió a la ceremonia, con cuatro de mis hermanos que era como intentar buscar la aguja en el pajar .’Que yo desaparezca porque la Obra es Tuya’. Con razón escribió el Fundador del Opus Dei: «Álvaro es un modelo, y el hijo mío que más ha trabajado y más ha sufrido por la Obra, y el que mejor ha sabido coger mi espíritu». No sé si tendré que pedirle perdón o agradecerle esta magnífica lección sobre ser Opus Dei, además de su gran ayuda a San Josemaría para salvar tantas dificultades para que La Obra fuera realmente una ‘partecica’ de La Iglesia. Rubrica esta verdad la dedicatoria de su Fundador :’Para mi hijo Álvaro, que, por servir a Dios, ha tenido que torear tantos toros’. Me parece oportuno subrayar algunas de las iniciativas sociales y educativas llevadas a cabo por impulso del entonces Prelado del Opus Dei. El Papa Francisco ha dicho de él  que es «Un precioso ejemplo de vida». Creo que ha entrado en el cielo como los buenos toreros salen de la plaza de toros… ¡POR LA PUERTA GRANDE!

 

 

 

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