A nuestra manera

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Modos de pensar y actuar dentro de un orden desordenado, en el más amplio sentido de la expresión. Esta aldea global por la que, de un modo u otro, deambulamos, excede en mucho al discurrir aldeano. La población mundial se extiende y distiende a lo largo y ancho de un amplio marco geográfico, expuesto a una climatología y condiciones ambientales tan diferentes que influyen en el desarrollo personal. Al margen, márgenes de autonomía y rebeldía, ese ir contracorriente que fortalece o nos hace languidecer. Modos y modas de vivir que surcan nuestra existencia mientras hacemos camino, vagando o presurosos por alcanzar metas o destinos. ¡Arrieros somos!… A nuestra manera, sí, pero con el bagaje de ciencia y experiencia, encuentros y desencuentros, medias y enteras verdades, aprendizaje a través de un sinfín de auténticos maestros, más allá de titulaciones académicas. Ejemplos que dejan huellas haciendo camino con su andadura. Queremos vivir la vida a nuestra manera, asumiendo aciertos y errores que van conformando la sabiduría de la existencia. Y, casi, casi, sin proponérnoslo, recomenzamos cada día con esa ilusión que, a veces, parece perderse por laberintos exteriores o interiores, sin dejar de hacerse la encontradiza. Un día y otro, jornada tras jornada, tiempos y destiempos, ruidos y silencios, van tejiendo el tapiz de nuestro existir. Derechos y reveses. Juegos de palabras imbatibles al viento. Obras de arte anudadas visible e invisiblemente, enmarcadas en el espacio y tiempo de nuestro vivir. A nuestra manera… llorar y reír, contar y cantar, soñar y despertar, trabajar, descansar, correr y parar, contemplar, sonreír…querer y ser feliz.

Letras, palabras, frases… oraciones

 

Como siempre, a pie de página de la vida que pasa y se queda, que viene y va deletreando la existencia. Apenas balbuceamos las primeras letras, cuando sin del todo saber, comprendemos el significado de las palabras que fundamentan nuestro vivir… Amor, familia, amistad, verdad, paz, trabajo, fidelidad… Palabras que van construyendo frases quizás no grandilocuentes, pero repletas de esa coherencia que subraya la dignidad de toda vida. Oraciones, que tantas veces dan fe de un creer en un más allá, transido de ruego y súplica, de perdón y agradecimiento, de adoración y desagravio. Ese rezar sin orar de la vida que esculpe jaculatorias repletas de súplica. Letras, palabras, frases… oraciones que quizás aprendimos de niños. Crecer es un sin parar y quizás un sinvivir del que tendríamos que tomar nota, como siempre, a pie de página de esta vida cuasi empeñada en escaparse de nuestras manos. Coger las riendas de la existencia, tantas veces desbocada, es tarea imprescindible para todo aquel que quiera aprovechar al máximo el lujo de vivir. Dos días y una eternidad. Deletrear, leer y escribir, entender, captar la existencia. Pasar por alto y detenerse, de cuando en cuando, en el camino. Perder y ganar tiempo junto a innumerables compañeros de viaje. Arrieros somos, cargando con el devenir de la vida que fluctúa sobre las olas del porvenir. Un sinfín de palabras para comunicarnos con los demás, también a través de la elocuencia del silencio. Hablar y callar. Reflexionar. Escuchar, atender, comprender, aprender, enseñar… Fundamentar nuestro vivir con la rúbrica de la verdad. Esmerada caligrafía virtual que narra los pormenores de la existencia, página a página. Y van quedando los recuerdos como cimientos de los proyectos más audaces. El día a día, con sus letras, palabras y frases que no pocas veces se convierten en oraciones que suben al cielo como lluvia de estrellas que caen sobre nosotros de nuevo… Estrellas fugaces y miles, millones de deseos. Voces y silencios, siempre, repito, a pie de página de esa vida que, aún sin saber, escribimos todos los días… Amor, familia, amistad, verdad, paz, trabajo, fidelidad… Palabras, que el buen Dios, no deja de enseñarnos una y otra vez, sin tener en cuenta nuestros tachones o borrones. Despacito y buena letra…

Barcelona, Barcelona…

 

Tan lejos, tan cerca… El ayer y el hoy se amalgaman en un himno a la unidad. El terrorismo no debería campar a sus anchas. ¿En qué estamos fallando?… Demasiados cabos sueltos, innumerables incógnitas, imposibilidad de tener todo controlado… Pero nuestra responsabilidad personal tiene que ganar la Olimpiada de la Paz. Necesitamos ejercitarnos en dar lo mejor de cada uno. Indispensable adquirir una formación que nos capacite para esa entrega a favor del otro, de los demás, y, en consecuencia, a nosotros mismos. No, no es algo utópico. Si realmente nos empeñáramos a fondo en lograr un mundo mejor, cambiarían para bien muchas, muchas cosas. No nos cansemos de recordar la máxima de Machado: “Despacito y buena letra que el hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas”. Conlleva responsabilidad y exigencia. Con demasiada frecuencia sobran palabras y falta comprensión. Barcelona, Barcelona… El dolor nos unió. También el buen hacer de tanta gente que dio lo mejor de sí para amainar el sufrimiento y el pánico ante los atentados terroristas. El hermano, ayudado por el hermano amuralla ciudades y vencerá al terrorismo. Las Ramblas de Barcelona han sido sembradas de heridas espantosas y muerte, pero un manto de comprensión, ternura y solidaridad las ha cubierto de lo mejor del ser humano. Y desde allí, el llanto y las miradas al cielo en un verano que para las víctimas tiene un azul especial… Siempre las recordaremos… ‘De Barcelona, al Cielo’… Pero el Cielo, podía esperar.

 

 

¡Ay, perdón!

Perfecto, lo que se dice perfecto, no somos ninguno de los habitantes de nuestra aldea global. Nos equivocamos una y otra vez , tanto en nuestras actividades cotidianas particulares como en las que nos relacionan con los demás. Volvemos a intentarlo pero no siempre logramos nuestro objetivo, puesto en el punto de mira  de la vida misma  ante todas las situaciones personales y sociales posibles. Rectificar dicen que es de sabios pero si no sabemos o no queremos saber, la enmienda se convierte  en un imposible para la buena convivencia. Querer hacer las cosas bien es el primer peldaño hacia la superación y el éxito. Subir y bajar es una constante en la trayectoria hacia la excelencia. Peldaño a peldaño de la mano de la verdad, el bien y la belleza, alcanzaremos los logros mejores, cada cual en el nivel de exigencia adecuado, reafirmando nuestra personalidad en todas las circunstancias de la vida. Como seres sociales que somos, la relación con los demás es un campo de batalla interesantísimo en el que hemos de esgrimir nuestras mejores armas para luchar contra las constantes intromisiones que dificultan y deterioran la buena convivencia. Lo describe gráficamente el infinitivo de la acción. Convivir es vivir con… con todos y cada uno, aceptando, respetando, tolerando, comprendiendo, queriendo, siendo personas que transmiten paz y alegría. Es bueno saber el terreno que pisamos para no resbalar, salpicar o caer de bruces en  cuanto aboca a la enemistad e incluso a una amarga soledad. Decía lo de subir y bajar peldaños para esa mejoría personal que sin lugar a duda se convierte en motor de cambio de la sociedad. Ojo avizor, no es igual cambio que cambalache, falsas promesas que realidades tangibles; seguir luchando por conseguir los objetivos propuestos que tirarlo todo por la borda en zafarrancho de combate. En el día a día, tenemos la oportunidad del mejor entrenamiento.  Para mí resultó una grata experiencia, compartida con otros viandantes, una no muy lejana jornada repleta de innumerables ‘Ay, perdón’ y sus correspondientes sonrisas de disculpa ante situaciones como… ‘Invadir la acera hablando unos con otros sin dejar paso’, ‘Ir alguien ensimismado con el móvil y tener que parar para que no se estampe con nosotros’, ‘Tener también que frenar en seco, peatonalmente hablando, para no resultar atropellados por la persona que sale precipitadamente de un portal’… giros bruscos, encontronazos inesperados, meteduras de pata, despistes, palabras inoportunas … situaciones que casi sin querer nos van orientando hacia el camino de la buena convivencia. Cuestión de seguir ejercitándonos en saber ser y saber estar. Y por hoy, se acabó. ¡Ay, perdón! No quería dar un portazo como punto y final. Gracias por sonreír.

Artículo publicado hoy en La Tribuna de Albacete

Con papel de regalo

 

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De cuando en cuando, la vida nos regala pequeñas y grandes historias que nos gusta guardar con especial papel de regalo para poder desenvolverlas, una y otra vez, y disfrutar de su contenido.  Gracias a Dios, nuestro entorno ofrece, en el diario acontecer, tesoros  que no están escondidos  pero  para  descubrirlos es indispensable, como decía un buen profesor: ‘Saber mirar, saber escuchar, saber pensar, saber expresar aquello que hemos mirado, escuchado y pensado’.  Con frecuencia, vamos y venimos de un sitio a otro, casi atropelladamente y así es poco probable que nos demos cuenta de cuanto acontece a nuestro alrededor. Comienzo a desenvolver con cuidado algunos de estos regalos, envolviéndolos a la vez con el papel de este periódico, la Opinión de Murcia, para que lleguen puntualmente a su destino. Siempre llama mi atención esos pequeños  y  grandes tesoros familiares. Me encontraba en la cola de una  caja de supermercado  cuando descubrí a una joven familia haciendo lo mismo en otra. La madre, estaba pendiente del bebé que llevaba en un cochecito pero no dejaba de sonreír contemplando embobada  a su marido y al niño mayor (no creo pasara de cinco años), enfrascados por lo visto en una interesante conversación. Me dejé llevar por la curiosidad  y  ,con poco disimulo, me acerqué a ellos. El niño llevaba pegada en la parte delantera de su cazadora, grandes  etiquetas que  seguramente su padre le había puesto para entretenerlo y llamarlo al orden durante la compra. Divertido, hablaba a su hijo que no dejaba de mirarle con los ojos abiertos como platos. Más o menos, le decía: –‘Prepárate que ahora la cajera te cogerá así (lo tomaba tumbado boca abajo), y te pasará por esa cinta donde pasan todas las cosas que se compran aquí’…-‘Ya verás la sorpresa que se va a llevar cuando descubra lo que vales… ¡no puede ni imaginarlo!’… Mientras el matrimonio  y  su hijo ‘mayor’ sonreían felices, me apresuré a envolver el regalo con especial ternura. Otro pequeño tesoro lo descubrí medio enredado en La Red, en el portal de una vivienda invadido por unas cuantas adolescentes absortas con sus móviles hasta que una de ellas exclamó: -‘¡Qué gracioso mi padre!…escribiendo…escribiendo…escribiendo… para decirme: -‘Vale’… envolví la historia con el esmero con que tanto buenos padres educan a sus hijos queriéndoles por encima de todo… ¡Vale!… Enlazando… Cómo los hijos aprenden a valorar  y  a querer a sus padres, tanto… que cuando faltan, se emocionan al hablar de ellos, reconociendo cuánto les echan de menos… Como hizo  Alejandro Sanz  en el último programa ‘¿En tu casa o en la mía?’ de Bertín Osborne: ‘Se lleva mal los primeros… cien años’… La vida, la familia…Con el mejor papel de regalo.

Artículo publicado hoy en La Opinión de Murcia

La eterna cuestión

 

Ser o no ser, eterna cuestión que nos gustaría responder con sabiduría en todas las vicisitudes que nos plantea la vida. Más allá de la prosperidad o  la adversidad, dejando apartados intereses triviales, se impone la coherencia. La perfecta coordinación en nuestro modo de actuar (dentro de las limitaciones humanas) entre  inteligencia, voluntad y corazón. Conocer, querer, sentir y obrar equilibradamente. Libertad de expresión ’con el debido respeto’ que no acaba de tener límites infranqueables. Y se nos va la vida en ello porque todos somos Charlie,   contra el terrorismo y  la barbarie que nunca tienen justificación alguna. Miles, millones de lápices de colores bien afilados siguen dibujando  sobre la vida y la muerte, la alegría y el gozo, el dolor y la tristeza, la justicia y el perdón, intentando difuminar e incluso borrar el horror de los atentados terroristas. La eterna cuestión de ser o no ser, se resuelve personalmente. Sumidos en una tristeza inconsolable, familiares, amigos y compañeros de trabajo de las personas asesinadas. Los demás nos unimos a su pena abrazando su dolor. Queremos, desde nuestra torpeza e impotencia, amainar  tanto sufrimiento. Quizá la eterna cuestión de ser o no ser, tengamos que resolverla con grandes dosis de coherencia y no siempre de cara a la galería. De gran importancia, la unidad de todos contra el terrorismo. Harina de otro costal es delimitar las fronteras de la libertad de expresión, tarea ardua, difícil de asumir pero el todo vale, no vale. La eterna cuestión también es que  nuestra libertad limita con la libertad de los demás, siempre con el debido respeto, salpicado quizás de algunas  irreverencias  sutiles  que lejos de ofender, hacen gala del ingenio, agudeza y perspicacia de sus autores. Los  injustificables  atentados de Paris han conmocionado al mundo por su saña y crueldad. ¿Hasta dónde puede obcecar el fanatismo? Matar en nombre de Dios, suma bondad en toda religión, es una aberración. Impresiona el ‘Todo está perdonado’ de la revista francesa… ¿Seguimos siendo Charlie?… El dolor puede hacernos enmudecer o gritar a los cuatro vientos… Igualdad, fraternidad, libertad… El hermano ayudado por el hermano es como ciudad amurallada… cada uno a su puesto, la vida continua y hemos de seguir dibujando, con la nuestra, los mejores itinerarios o quizá una buena viñeta porque siempre es necesario sonreír aunque tengamos que enjugar muchas lágrimas.

 Artículo publicado en La Opinión de Murcia

Buenos deseos

Saber agradecer es una asignatura nada complicada en la que siempre podemos subir nota pero con las prisas de la vida puede que la dejemos pendiente de un hilo fuera del entramado de la felicidad.

Antes y después de las vacaciones de verano recibí  dos correos llenos de buenos deseos, cada uno con su vídeo correspondiente.

Tras el descanso veraniego retomo los deberes cotidianos agradeciendo y compartiendo la ilusión de volver a intentarlo. Es como la música de fondo de nuestra vida.

Disfruten

Y sean felices

 

 

 

Madres

 

Madres de ayer y madres de hoy

Madres en cualquier circunstancia

Madres en todo tiempo y lugar

Madres… SIEMPRE

Mi viñeta preferida:

Mafalda y las madres…

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Las madres con Mafalda…

Ahora sí, todas en una,

desde El Blog de Kika

¡Felicitaciones a Quino, padre de Mafalda, por el merecido

Premio Príncipe de Asturias!

 

 

 

Whatsapp

 

Comunicación directa e instantánea. No importa la distancia, en un santiamén sabemos de familiares, amigos y conocidos, con fotografía y video incluidos. El teléfono móvil nos abstrae e inmoviliza, si queremos estar atentos a los mensajes que recibimos por whatsapp y más, si ponemos manos a la obra… ¡perdón!… al teclado, para responder a todo hijo de vecino. Al final, podemos acabar conectados con un montón de gente que deambula o habita por esos mundos de Dios y olvidarnos de quien está junto a nosotros. ¡El término medio de la virtud se da por desaparecido! Pero, como muchos de ustedes, yo me rebelo. No estoy dispuesta a perder ni un ápice de las relaciones más genuinas por esa tonta ansiedad de saber y responder a la voz de ya. Las cosas (el teléfono móvil también) pueden esperar, las personas no. Sí, ya sé que, de momento, no enviamos whatsapp  a  ningún chimpancé, pero me refiero a ese trato personal que genera la convivencia y, mal utilizadas, enredan las redes sociales. De momento, si no una pelea, mantengo un interesante bis a bis con mi gente…bueno,  a veces he intentado el secuestro de algún aparatejo de estos…porque, a no ser por algo importante, no hay que vivir esclavos del qué me dirán cada décima de segundo y mucho menos de ese teclear convulsivo que carece, con frecuencia, de un mínimo de reflexión y sentido. Lo bueno, si breve…ya se sabe pero también parece haber caído en el olvido que cada cosa tiene su tiempo. Me gusta el tiempo repito, de estar juntos, hablar, reír, callar, escuchar…disfrutar de esos espacios, a veces breves, que nos deja el ajetreo diario para la vida en familia. No vayan a creer que utilizo algún medio primitivo para comunicarme. Tengo whatsapp con grupos y todo. Por eso sé lo que nos puede pasar… y  me pasa ¡nadie es perfecto! Mis hijos dicen que no soy muy expresiva enviando mensajes pero… prefiero hablar con ellos, aunque sea por teléfono. Verlos por casa y estar juntos sin más. La conversación discurre fluida al igual que los tiempos de silencio. Es como saber que nos queremos. Mientras redacto este artículo, he recibido algún que otro mensaje de whatsapp y… no he podido resistir la tentación de mirar. Claro que mi portátil no se inmuta. Hace mucho que no escribía sobre la mesa de la cocina de casa, testigo mudo de muchas comidas familiares. ¡A saber lo que se está cociendo por ahí!… Cada cual sabrá su estado y foto de perfil.

La revista

peluqueriaSiempre  que iba a una peluquería le ofrecían una revista para entretenerse en la espera. Al principio le llamó la atención, pasado un tiempo, se habituó a leer los dimes y diretes, a curiosear la moda  en papel cuché y a no perder ni ripio de la prensa rosa. Pensaba divertida que era una manera de estar al día de cosas que en realidad no le interesaban pero le hacían sentirse en la cresta de la ola. Las olas vienen y van, se diluyen en otros mares de arena, a veces movediza. Por  diversos motivos dejó de frecuentar las peluquerías y olvidó hasta las  exclusivas de gente que importaba por motivos que en el común de los mortales se resolvían tras las puertas de sus casas. Últimamente tenía muchos quebraderos de cabeza por asuntos de familia, de trabajo y económicos. Pensó que si aireaba su vida, a más de uno se le pondrían los pelos de punta, así le pasaba a ella, de modo que decidió regresar a esos  salones de  belleza para que le hicieran un corte oportuno. Fue recibida ‘con la revista de siempre’. Se sorprendió de no tener ni idea de quiénes eran los protagonistas aunque la historias eran las del común de los mortales. Pasaba las páginas sin prisa, deteniéndose en sus propios pensamientos: ¿Qué sentiría si se airease mi vida cómo carnaza de extraños depredadores?… mejor, pasar página. Le estaban dejando una cabeza de lujo, se notaba que eran profesionales de primera. Sin embargo, bajo ese aparente orden, su imaginación  iba formando los bucles de otros peinados. Devolvió la revista al tiempo que le ofrecían un pequeño espejo para verse por detrás. Instintivamente miró por si descubría algún espía -hoy en día cualquiera se fía de nadie- pero era ella misma la que intentaba rizar el rizo tratando de alisar sus ideas. Todo un galimatías de confusión. A la semana siguiente tenía un evento importante así que no tuvo más remedio que volver a la peluquería. De nuevo, cayó en sus manos la revista pero esta vez, al tiempo que se disponía a leerla,  decidió  mantener una buena conversación con la persona que le atendía. El resultado no se hizo esperar porque todos necesitamos comunicarnos con los demás. Escuchar y hablar forman un tándem que da mucho juego. Las mismas historias de ayer y de siempre  que lejos de venderse a precio de saldo se saldan con la amistad… que no tiene precio. Nuestra protagonista lo tiene claro, cuando vaya a la peluquería mirará, de cuando en cuando, la revista.

Publicado en La Opinión de Murcia.